Mundos enteros cobran vida bajo las manos del artista, revelando un sinfín de personajes, tanto reales como imaginarios. Las obras de artistas tan diversos como Ammi Phillips, Joseph P. Davis, Sam Doyle y Mary Paulina Corbett evocan una amplia variedad de personalidades cuidadosamente representadas, vestidas, nombradas y contextualizadas en sus vidas cotidianas. Estas obras seriales incorporan elementos regulares a lo largo del tiempo y el espacio. En el retrato estadounidense temprano, las características compartidas por la composición y la autopresentación unían a los miembros de una comunidad sobre la base de un gusto compartido, incluso cuando cada obra servía para representar a un individuo. Posteriormente, entre los artistas autodidactas, la inversión en personajes imaginarios refleja el papel que desempeñaron las familias encontradas en las vidas de estos artistas. Henry Darger, James Edward Deeds y Morton Bartlett se alzan como los grandes arquetipos de este enfoque, desdibujando los límites entre la ficción y los hechos biográficos.