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Philip Pellegrino

En las décadas de 1950 y 1960, Philipp Pellegrino, un talentoso artesano y zapatero, utilizó retales de cuero para crear obras de arte miniatura semejantes a joyas, que representaban objetos y figuras de la vida cotidiana, como sombreros, perros, figuras masculinas, anillos, pistolas, pipas, aeroplanos, esqueletos y jinetes.

 

Pellegrino aprendió su oficio en Montreal en la década de 1930, mientras se desempeñaba como aprendiz de su tío, otro zapatero. Tras servir en el ejército canadiense durante la Segunda Guerra Mundial, visitó a su hermana en Connecticut, donde finalmente se asentó, se casó y abrió una casa de reparación de zapatos en su barrio. Fred y Joan Siegmund —que más tarde comprarían su colección completa— dijeron que Pellegrino afirmó: “Mientras arreglaba un zapato, se me ocurría alguna idea, que quizás viniera de un programa de televisión o de alguna revista. Entonces decidía que eso me gustaba y que lo crearía a mi manera”. Los clientes de su tienda de reparación veían sus obras, pero “nadie se gastaba un níquel. Así que me indigné, metí todo en cajas y lo puse en el sótano”. Aquel tesoro permaneció almacenado durante más de veinte años, hasta que Pellegrino cerró la tienda y se jubiló.

 

Su práctica de “esculpir en cuero” puede entenderse como una forma de autodesafío, mientras aprendía nuevas formas de manipular el material, o también como una nueva manera de meditar sobre la forma y clasificar los elementos del mundo físico que le rodeaban.

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